Hablar del sector forestal en Chile es referirse a una de las actividades productivas más dinámicas y modernas de las últimas décadas, con reconocimiento a nivel internacional. Destaca por su uso de energías limpias, la recuperación de suelos degradados en entornos comunitarios y su aporte directo al bienestar de miles de familias, generando empleo y oportunidades de desarrollo local. Además, representa una apuesta concreta por una economía más verde, posicionándose como un referente en sostenibilidad y cuidado del medio ambiente.
El bosque no sólo da trabajo a más de 250 mil personas en el país, también captura CO2, genera el 25% de la energía renovable de la zona sur, y está detrás de soluciones naturales que mejoran la vida de millones de familias y extensos territorios.
Los biocombustibles sólidos, la bioenergía, y la recuperación de suelos erosionados, son solo algunos ejemplos concretos de cómo la industria está avanzando en soluciones basadas en la naturaleza.
El enfoque sustentable también se traduce en relaciones más sólidas con los territorios. Hoy existen más de 700 iniciativas de vinculación con comunidades, impactando a 129 comunas, desde Maule a Los Lagos, y beneficiando directamente a tres millones de personas. Estas acciones recogen las identidades productivas y culturales de cada sector, lo que implica no solo mejorar la calidad de vida en zonas rurales, sino que demuestran un compromiso real con el desarrollo regional de forma conjunta.
Otro aspecto clave ha sido la diversificación de productos forestales, desde trozas y papel hasta fibras recicladas, productos estructurales, químicos y textiles de origen vegetal. Esta ampliación de la cadena de valor permite reducir residuos, aumentar la eficiencia productiva y generar empleos con mayor especialización.
Además, se están impulsando mejoras logísticas sostenibles, como el mayor uso de ferrocarriles, camiones de alto rendimiento, y proyectos de infraestructura como el nuevo puente ferroviario sobre el Biobío o la Ruta Interportuaria. Esto permitirá mejorar la seguridad de los que circulan en estas zonas, los tiempos de traslado y emisiones, fortaleciendo la competitividad con menor impacto ambiental.
De igual manera, se ha impulsado una política de potenciar la construcción en madera, no sólo relacionada con la añorada cabaña en madera, sino innovando en edificación en altura como lo hacen los países más avanzados, como Canadá o Japón, haciéndonos cargo de ser parte de una alternativa para solucionar el gran déficit habitacional, que hoy alcanza un millón de viviendas en Chile.
El sector forestal no solo aporta al 1,3% del PIB nacional y al 14% del PIB en regiones como Ñuble o La Araucanía. También es una palanca para una bioeconomía circular, resiliente y con sentido territorial.
En tiempos en que el cambio climático nos exige decisiones urgentes y responsables, el sector forestal chileno demuestra que es posible crecer con sentido, producir con equilibrio y vincularse con los territorios desde el respeto.
No se trata solo de plantar árboles, sino de sembrar futuro. Si queremos un país más resiliente, con regiones protagonistas y un desarrollo que renueve, el camino está claro… cuidar el bosque, es también cuidarnos a nosotros mismos.