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Infancia hiperconectada: los datos que interpelan la educación y la familia chilena

La octava edición de la «Radiografía Digital de Niños, Niñas y Adolescentes 2025», realizada por Claro Chile y Criteria, que encuestó a 1.577 menores de entre 8 y 17 años, destaca que el 31% utiliza dispositivos electrónicos antes de los 5 años, y más de la mitad lo hace antes de los 7 años. Además, el 38% de los encuestados supera las 4 horas diarias de conexión que suelen aumentar los fines de semana con motivaciones asociadas al ocio y entretenimiento, por encima de intereses educativos.

 La jefa de carrera de Pedagogía en Educación Parvularia de la Universidad de O’Higgins, Constanza Cortés Galleguillos, analiza estos datos desde una mirada crítica y reflexiva, abordando propuestas para una cultura digital responsable, considerando que la relación entre infancia y tecnología está cada vez más presente en las familias chilenas, lo que a su juicio requiere soluciones urgentes a nivel escolar y estatal que respondan antes esta infancia hiperconectada.

 La docente explica que las niñas y niños, si bien están creciendo en entornos mediados por la tecnología que representan oportunidades para su desarrollo cognitivo, también implican enormes riesgos en materia de consumos de contenido y tiempos de exposición. «Desde el Estado, es fundamental establecer políticas públicas integrales que promuevan la alfabetización digital, el uso ético de la tecnología y la protección de la niñez ante contenidos inapropiados. Debemos pensar una educación digital que comience desde la primera infancia y que no se limite a aprender a usar dispositivos, sino que forme personas conscientes de su huella digital y de los vínculos que establecen en el mundo virtual».

 Recuperar el vínculo

 La experta en educación Parvularia propone establecer normas claras y coherentes en el plano familiar, como definir horarios, espacios libres de dispositivos, momentos de desconexión y priorizar actividades compartidas. Además, sugiere fomentar espacios de conversación donde los hijos e hijas puedan expresar sus intereses digitales, pero también dialogar sobre los peligros del mundo virtual y cómo abordarlos juntos, especialmente cuando el estudio también ofreció datos reveladores donde los menores reconocen que sus padres se mantienen permanentemente conectados al celular.

 «Esto último, no solo reafirma conductas, sino que invisibiliza momentos de conexión afectiva esenciales para el desarrollo socioemocional. No podemos exigir a niños(as) y adolescentes que no pasen conectados a dispositivos móviles, si como adultos no tenemos un uso responsable de nuestros propios celulares. Si pasamos largas horas revisando el correo, redes sociales o viendo contenido sin pausa, estamos enseñando con el ejemplo que lo digital tiene más peso que el vínculo real y emocional. Esta desconexión es uno de los efectos más preocupantes del uso excesivo de pantallas», señala la especialista en neurociencia.

 Educación digital

 Otras de las preocupaciones que advierte Cortés Galleguillos en esta «Radiografía Digital», es el hecho de que el 24% de los menores declararon haber sido víctima o victimario de ciberacoso, dejando a la luz la otra cara de la hiperconectividad: «la vulnerabilidad digital». A esto se suma que, niños y niñas de 9,7 años de edad promedio, no sólo cuentan con sus propios dispositivos móviles, sino que experimentan herramientas de inteligencia artificial (IA) sin una guía formativa sólida, dejándoles a expensas de acosos virtuales o en línea, según aprecia la experta.  

 «La inclusión de dispositivos y el uso de la inteligencia artificial debe abordarse con una mirada crítica e informada. No se trata de prohibir, sino de acompañar, educar en el marco de una autorregulación que permita generar conciencia en niños y niñas sobre el impacto emocional, relacional y cognitivo que tiene el uso constante de pantallas, en medio de una creciente evolución de las IA, donde el riesgo de acoso en línea forma parte de las amenazas de este nuevo ecosistema digital».

 Urgencia intersectorial

 La profesora refiere que ante estas evidencias no hay lugar a la improvisación, sino para respuestas concretas e intersectoriales donde el Estado, la escuela y las empresas tecnológicas trabajen de manera conjunta en la solución del problema. «Es urgente avanzar hacia una cultura digital responsable, donde la tecnología esté al servicio del desarrollo humano y no como un fin en sí mismo. El mundo digital llegó para quedarse, pero nos toca a los adultos, decidir cómo acompañamos ese viaje de crecimiento en niños y niñas desde una mirada consciente, cuidadosa y protectora», concluye la educadora en párvulos UOH.

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