Un emotivo reencuentro se vivió este miercoles en pleno Terminal de Buses de Osorno. En el lugar, una madre y su hijo se reencontraron tras 44 años separados. Una angustiosa separación que llegaba a su fin para Maria y Abraham.
María Avendaño cuenta su historia, en la que tuvo un pasado lleno de penas y dolores: una madre que la maltrataba psicológicamente y que la obligó a regalar a su hijo recién nacido y un ex marido abusador y golpeador. «Cuándo murió mi papá (tenía 11 años) todo se fue para abajo», relata una emocionada mujer, a la espera de la llegada del bus que trae a su hijo desde Argentina.
Tenía dos hijos, cuando se embarazó de Abraham, «mi mamá me echaba y a veces tenía que dormir en la calle con mis niños. Ella me obligó a que diera a mi guagüita. Yo no lo quería dar. Mi mamá me obligó. Incluso quisó que lo abortara, pero no pude. Dios quisó que llegara a este mundo», relata María, quién agrega que la hicieron firmar un papel que no supo que era, pues no sabe leer. Luego de eso, a su retoño se lo llevo un matrimonio que llevaba 5 años juntos y no tenía hijos.
Consultada si había buscado anteriormente a su hijo, afirma que sí, pero sin resultados positivos «mi hijo y mi nuera lo estuvieron buscando». Aunque reconoce que durante muchos años tuvo miedo «pensaba para que lo voy a buscar si a lo mejor esta bien, está mejor que yo y le voy a echar a perder la vida. O no sabe que existo».
Hace unos meses, María recibió una llamada desde el Consulado: «una vez me hicieron el cuento del tío y no quería contestar. Cuando me dijeron que era el Cónsul lo supe altiro y ahí me dice que mi hijo me andaba buscando».
La madre de María y a quién se le sindica como responsable, está viva y tiene 92 años, pero según declara su hija «no quiere nada con Abraham, dice ‘¿a que viene?’. Es muy burlona. Dice que nunca a querido a nadie. Yo me aleje de mi familia por el bien de mis hijos».
Abraham Antilef, tras bajar del bus, se unió en un largo y sentido abrazo con su madre. Llegaba a su fin largos años de distanciamiento. «Conozco la palabra de Dios y siempre puse en mis oraciones encontrar a mi mamá y a mis hermanos», afirmaba el recién llegado, padre de cuatro hijos y abuelo.
Cuenta que siempre ha vivido en Comodoro Rivadavia, Argentina, y que tuvo una difícil infancia: a los siete años su madre adoptiva lo dejó abandonado y su padre cayó en el alcohol. Fue durante una borrachera, que le contó que era adoptado, «a los diez años me enteré que tenía a mi mamá en Chile. Al principio no le creí pero luego vi que no me parezco ni a mi hermano, ni a papá ni mamá».
«No tenía los medios para buscarla. Van pasando los años y uno se va resignando», cuenta sobre los intentos por encontrar a su madre biológica, los que comenzaron hace cinco años, sin resultados positivos. Tiempo después, en noviembre del 2018 y con la ayuda de su hija menor, recopiló datos y consultó en el Consulado chileno en Argentina. El 04 de diciembre habló telefónicamente por primera vez con María.
Sobre sus planes en Chile y el futuro con su mamá, Abraham es enfático al señalar que desea «empezar una buena relación. No tengo odio ni rencor. Lo que mas pedía a Dios era conocerla, tiene su edad y no quería que falleciera sin conocerme por que para ella debe haber sido una deuda pendiente. Estoy re contento».
Al ser consultado sobre su abuela y si quería conocerla, manifestó que «se que tiene como 92 años, si se da, sí, no le tengo odio. Dios me perdonó a mi y mis pecados. Hay que aprender a perdonar, nadie es perfecto. Hay que vivir el día a día y disfrutar lo que se tiene. Quiero disfrutar a mi mamá y hermanos y seguir adelante», cerró sin antes contar que sus hijos «saben mi historia y están contentos, mas ahora que vine para acá».