Por 137 a favor y 2 abstenciones, la Sala de la Cámara aprobó la resolución 517. El documento pide al Presidente de la República que, en conjunto con el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, efectúen las gestiones necesarias para reconocer a las moteras de Chillán como tesoros humanos vivos.
En sus fundamentos, el texto resalta la necesidad de entregar un reconocimiento oficial a aquellas expresiones y manifestaciones representativas del patrimonio inmaterial del país. Lo propio con las personas y comunidades consideradas Tesoros Humanos Vivos, por su aporte a la cultura e identidad nacional.
En ese marco, recuerda que la preparación del mote nace con la producción de trigo en nuestro país, industria que se asentó hacia la llegada de los primeros españoles que buscaron asentarse en los territorios de La Nueva Extremadura en la gobernación de Pedro de Valdivia.
La resolución es de autoría de la diputada Marta Bravo (UDI).
Historia del mote y las moteras
Este alimento fue parte de la alimentación popular durante todo el período de la colonia y las primeras décadas de la República. Durante la época de Portales, este producto estaba presente en todas las cocinas y recetarios chilenos. De igual manera, se recuerda a los vendedores de mote, quienes, por siglos, fueron conocidos y visibles en las calles de numerosas ciudades.
La resolución recuerda que el mote con huesillos es una bebida tradicional y símbolo cultural de Chile, cuyo consumo aumenta notoriamente en los meses de verano, tanto en los sectores rurales como urbanos.
Si bien se desconoce el año exacto en que el mote con huesillo comenzó a consumirse en la ciudad de Chillán, en una entrevista llevada a cabo entre estudiantes del Diplomado en Gestión del Patrimonio Cultural Regional de la Universidad del Biobío y las vendedoras de mote de la ciudad, una de estas mujeres (nacida en 1952) indicó que su madre y otras moteras trabajaban en las moterías ubicadas en Plaza Sargento Aldea, desde antes del terremoto de 1939.
En cuanto a las moteras ubicadas en la Avenida O’Higgins, corresponden a familias que se han ido traspasando el oficio durante casi 50 años, lo cual ha permitido aportar al patrimonio turístico y la gastronomía local. Durante el año 2004, crearon una agrupación con personalidad jurídica propia, logrando una fuente de trabajo más cohesionada, seria y estable.
Sumado a ello, los locatarios sienten que este oficio ayuda directamente a la mantención de una tradición gastronómica local que, además, fomenta el turismo de la zona. En este contexto, las moteras de Chillán han permitido que esta ciudad se dé a conocer a nivel nacional gracias a los motes con huesillo que se venden en un eje icónico de la Avenida Bernardo O’Higgins.