En un país donde los incendios forestales son una amenaza constante, la labor de las brigadistas forestales es fundamental para proteger nuestros bosques, comunidades y ecosistemas. Sin embargo, ser mujer en este exigente oficio implica enfrentar no solo el fuego, sino también prejuicios y desafíos adicionales en un rubro históricamente dominado por hombres.
El trabajo de una brigadista forestal no solo requiere fuerza física y resistencia, sino también un alto nivel de preparación técnica, rapidez en la toma de decisiones y una vocación de servicio inquebrantable. En cada temporada de incendios, estas mujeres valientes se sumergen en jornadas agotadoras, luchando contra llamas voraces, soportando temperaturas extremas y enfrentando riesgos que ponen a prueba su valentía y determinación.
A pesar de su entrega y profesionalismo, muchas brigadistas deben lidiar con barreras culturales que cuestionan su capacidad para desempeñar esta labor. Algunas enfrentan resistencia dentro de sus propias cuadrillas, mientras que otras deben demostrar constantemente que son tan capaces como sus compañeros hombres. Sin embargo, su presencia en el combate de incendios es una prueba irrefutable de que la valentía y la pericia no tienen género.
En Chile, el número de mujeres brigadistas ha ido en aumento, desafiando estereotipos y demostrando que pueden desempeñarse con la misma eficacia y compromiso que cualquier otro integrante del equipo. Su participación no solo enriquece la diversidad dentro de las brigadas, sino que también aporta nuevas perspectivas y estrategias en la lucha contra los incendios.
Es fundamental que como sociedad reconozcamos y valoremos su trabajo, asegurando condiciones laborales equitativas, mejores oportunidades de capacitación y un ambiente libre de discriminación. Las brigadistas forestales no solo protegen nuestros bosques, sino que también abren camino para que futuras generaciones de mujeres puedan sumarse a esta labor sin temor a ser juzgadas o limitadas por su género.
Honremos su esfuerzo y dedicación. Porque el fuego no distingue género, y la valentía tampoco.
